"El Hombre"

En una esquina cualquiera, de una calle cualquiera, de un barrio cualquiera de Venezuela, se encontraba un joven de tan solo quince años, a pesar de estar en plena juventud este joven había dejado los estudios. Pero, como no dejarlo, si no tenia quien lo estuviera supervisando; ¿su padre? sabrá Dios cual es su paradero, ¿su madre? Con el novio numero “YaPerdioLaCuenta” solo pendiente del rabo del hombre para que no viniera otra mujer y se lo quitara, mientras que el joven se defendía solo en la calle, total ya él era un “Hombre” y tenia que aprender a defenderse de la vida.

Ese joven veía el sol salir y veía el sol caer en aquella esquina, ese era su mundo, nadie lo veía meterse en problemas, hablaba, jugaba, con todo el que pasara por esa esquina. Hasta que uno de esos tantos días “tranquilos” se vio alterado, cuando unos policías lo detuvieron y lo requisaron, estos lo tuvieron que apresar y llevárselo a la comisaria, el joven totalmente inmutado acompaño a los oficiales de seguridad, le habían encontrado 5 kilos entre diferentes tipos de drogas y 11 mil bolívares en efectivo, evidencia que le harían pasar un buen tiempo tras las rejas.

Cuando se llevan al joven todos lo que lo conocían o que lo habían visto en aquella esquina se notaban un tanto preocupados y hasta se llego a escuchar desde algún rincón - “Ese muchacho no se mete con nadie”, otro dijo - “Seguro le sembraron todo eso para llevárselo”, y hasta se dijo - “Esos policías nunca pasan por aquí” pero lo cierto era que lo habían apresado.

Después de dar un par de vueltas en la patrulla por algunas calles, mientras sugestionaban al joven, explicándole que la situación en los retenes del país eran un infierno, que ellos lo querían ayudar pero que él también tenia que ayudarlos a ellos, que ellos no querían que el pagara “Vacuna” solo que su “jefe” le estaba pidiendo algo para él, así que si él colaboraba con su “jefe”, allí no había pasado nada.

Al pasar las horas, ni siquiera la madre se había enterado del asunto, cuando, sin que nadie lo notara, estaba otra vez el joven con su rutina, en la misma esquina de siempre, hablaba, jugaba con todo el que pasara por esa esquina, pero esta vez con 11 mil bolívares menos en su bolsillo y teniendo como algo nuevo en su rutina, la visita más seguida de aquellos policías, que pasaban a “saludar” en nombre de su “jefe” al joven, que a la final sin madre ni padre, supo graduarse de “Hombre”.

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